Poeta y novelista inglés. Reino Unido (28 de julio de 1909 –
26 de junio de 1957). Marinero , alcohólico,
novelista y poeta. Su obra más famosa: Bajo el Volcán (Under the
Volcano). Publicó poco en vida, el resto lo hicieron sus amigos.
¡Malcolm
amigo!
Poeta dionisíaco, en esta
hora alta, te recuerdo.
Te pienso, aquí, con ese tormentoso mamotreto -Bajo el
Volcán- con el que abofeteas (como sin querer) a estos bípedos humanos de
entreguerras, de la posguerra,… de las actuales guerras.
Tu corva pipa cuelga con
desgano -como tu sexo fláccido- en un extremo de esos labios sedientos que
ningún líquido –o figurado orgasmo- apacigua de veras.
Te imagino recordando nostálgico,
en la hora llegada, el amado muelle, construido cariñosamente, palmo a palmo,
piedra a piedra, con tus fuerzas y las fuerzas de tu amorosa Margerie. Lo miras, ahí, bamboleado por las aguas,
observas su silueta recortada en las sombras, lo ves destruido por las olas
furiosas del océano .
Poeta, ya sólo quedan Dante
y sus infiernos, la cruz sin Jesucristo, las erupciones, los incendios, los
ángeles de fuego… los pases cabalísticos, las maldiciones bíblicas, la locura y
el licor.
Malc, apaleado marinero,
asiduo de burdeles, borracho de jazz. Esos comprimidos amarillos que tragas
con la venia del alcohol, son –para ti el hastiado- lo que promete una vida
verdadera. Ese enjambre de cápsulas vibrantes, cual aristas de un sol
empastillado, atraviesan finalmente tu escocida garganta y, contigo, la
garganta de la Tierra.
El peso del tiempo pasado
no ceja de estrujar y exprimirte el cerebro. Sabio normando o celta de cara
enigmática al final del final.
Artista enginebrado,
whiskeado, cerveciento, mezcalino, vinoso, maloliente en el jergón de noche, perfumado
de tufillo de manzanas en el blancor del día. Antihéroe de cuerpo grande y
torpe, de cara bonachona y ojos claros, en extremo lo has sabido: la vida es un
infierno y… ¡ay! es un hermoso, mágico, irrepetible paraíso.
Amigo de 48 calendarios:
frente el mugriento espejo, envuelto en humo de tabaco, observas tus facciones
hundiéndose en el sueño, tu rostro de viejo conocedor de cosas secretas, tu
cara de montañero de Cheshire curtida por el viento, la sal, el hielo, la sed
inclemente, el Sol. Rostro de esfinge deteriorado por el golpe y el golpe de la
canicular arena, infinita, letal.
Angustiado marino, la noche es espesa, eres mártir de un inmaduro amor derrumbado en su revuelta alcoba… mas, un mártir beodo, ahogado con el barco, la bitácora y todo.
Has pagado un preciado
demasiado alto por navegar sin una mejor vela… en lo sombrío del alma, en lo
tenebroso del alma, en los pantanos pútridos que son el hombre. Nos dejas tu
odisea, báquico poeta, navegante extraviado. Alfadir que regresas al Wirral,
embarrilado, perdido entre las islas y las aguas del Mimir.
Darío Iturregui D.
Junio 25 de 2020
(Es segunda versión)
¡Alucinante poema!
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