Primero debo aclarar que este título no es mío. Lo han
pronunciado en público más de veinte escritores y los que no lo han hecho a
viva voz, lo han pronunciado muy seguramente en medio de las nostalgias o de
las crisis personales y sociales.
¿Acaso la poesía ha impedido una guerra, derrocado a un tirano o
saciado el hambre de un niño de La Guajira? ¿Acaso ha puesto al descubierto a
los asesinos de la ternura, a los acosadores, a los que han quitado el pan a los desvalidos?
En un país como el nuestro en donde los poetas abundan y se
encuentran debajo de cada piedra es de mucho riesgo lanzar esta afirmación pues
los estaríamos tratando de inútiles, de vagos, de improductivos. Eso son, dirían
otros, una caterva de ilusionistas tratando de atrapar los zancudos que se
interponen entre sus ojos y la luna.
Luis Alvira, que también
se llama a sí mismo poeta, dice que la poesía es tan útil como mirar las nubes durante horas o
ver las estrellas de noche; es tan importante como nuestras vidas que a nadie
importan salvo a Dios y al Ministro de Hacienda. Y agrega: la poesía no sirve
para nada, es un acto de fe, un acto estúpido que nos hace creernos más listos,
más profundos, más interesantes, pero la verdad es que sólo sirve para gastar
tinta y papel; la poesía no sirve para nada, se lo digo yo que soy poeta:
Ante tanto pesimismo, me quedo con
algunas afirmaciones más alentadoras:
Matilde Espinosa, respondiéndole a un periodista de El Tiempo, decía hace ya más
de una década: Mijito, la poesía no
sirve para nada. Pero un pueblo que no sueña, está muerto. La poesía es un
nutriente de la fantasía”.
La poesía no sirve
para nada, gracias a Dios, pero es indispensable, dice Gelman y yo agrego que sirve para cultivar nuestro
jardín, que se planta en un mundo hostil y áspero.
Como ven, muchos
afirman que no sirve para nada, pero mientras tanto, sigo observando cómo en el
bosque los árboles besan el cielo y sus raíces color sueño saludan a las aves
con sus manos verdes. La poesía hace brotar desde la sangre de los asesinados,
un rumor triste, una protesta, un grito. Por la poesía, el amor sigue
intentando ingresar por la ventana de nuestra alma.
La poesía no sirve
para nada, pero es lluvia hecha llovizna, huracán o tempestad y luego se
convierte en un violín, un susurro, una sonrisa y un carnaval que no cesa.
La poesía no sirve
para nada, pero es nuestro alimento y nos congrega.
Guillermo Quijano Rueda
Grupo Poético Esperanza y Arena
La poesia es un canto a la vida , es lluvia que te moja y en un grito de amor...Los violines con su canto, perfuman la pradera naciente. Maestro Quijano excelente texto y al unisono la poesia nos permute estar vivos.
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