jueves, 29 de marzo de 2018

POEMAS DE CAROLINA LARA





Contadora de historias, de objetos y sentimientos. Poeta en la ciudad,  los bosques y la niebla. Pertenece al grupo poético Esperanza y Arena.




LEJANÍA
 
Compartimos el cielo pero no la tierra,

vemos bosques deshojados
 por la misma senda que nunca

 llegó a algún destino,
perseguimos al creador del mundo
 en las oraciones que no terminamos,
 dejamos sentencias
 en los muros de las calles
 para encontrar una ruta
 que no nos encuentre.
Ahora solo quiero
embarcarme en algún aguacero,
en el naufragio del desconsuelo
 y en el amanecer inhóspito.


TRAVESÍA
      … por esta herida no sale solo sangre:
             me salgo yo.
                                     Manuel Scorza

Enredada en tu lengua
buscaré el socavón
que guarda la piel de los vicios
 y los gritos de placer,
 así me llame el árbol a cazar los nidos
 que albergan el embrión de la lujuria,

quiero seguir con el bálsamo de tu olor
caminando por las líneas desérticas de tu cuerpo.
Sigilosa en la memoria de nuestro deseo
perforaré  las fortalezas
que resguardan la desnudez de mi pecho y tu cadera,
ungidos de almizcle y luz atravesaré tu nombre,
sueño sin descanso, sin abrigo;
y al recordar las historias que quise contar contigo
encontraré que estuve dormida
con quien quise que fueras
y mi alma vagando  junto  a la lluvia sedienta.
 
ARQUEOLOGÍA 

Quisiera dejar de  buscarte
 bajo las alas de las hojas
y en sus tallos de cristal,
quisiera contar en los periódicos

que te perdiste hace tres maullidos de gato
 y pese a la complicidad de  la noche
 para ayudarme a encontrar tu rastro,
 solo los clarividentes perciben  
los vestigios de que aun vives,
 sin estar conmigo.
Quisiera armar las calles de nuevo,
detener las excavaciones  de mis ansias
 que ven el asfalto grabado con tu paso,
 y entierro tormentas
 y mino esperanzas.
Quisiera acostarme con tu fantasma
y despertarme con mi espíritu.


viernes, 2 de marzo de 2018

SACAR TIEMPO PARA POEMAR




Imagen tomada de: http://bit.ly/2om6QSv

Pasan los años, los días y las horas se desmenuzan tanto que se convierten en segundos casi fatuos. ¿Qué es la vida, el tiempo, los instantes que pasan por en frente de uno y lo miran de lado mientras cruzan incansables? La vida pareciera un columpio. Es un juego de niños para colgarse del viento y mecer las ilusiones. Que alguien lo impulse hasta subir y verse por encima de las nubes y del aire.
Sí. Se columpia uno, sin estar en el patio entre dos troncos que sostienen el lazo donde alguien se mece y se va y vuelve para alzar la mirada y elevarse de esta realidad que lo envuelve. Vuelve uno la mirada hacia atrás y solo queda aire, sensación de vértigo, de saber que el juego es tan solo de minutos fugaces, que huyen.
Es una parodia para entrar en la materia del día. Tiempo para dedicarlo a poemar. Qué palabra tan sonora. Poemar, suena a poesía y mar, marejada a borbotones para deleitarse en un banquete de palabras, imágenes, sonidos y balbuceos de labios que se mecen como en un columpio.
Poemar. Meterse como en el mar a chapucear, a sacarle espuma a las aguas verdes, a meterse entre los cabellos del agua y rodar por entre ellos montado en ese caballito de orejas enhiestas y paso de trote brioso.
Poemar, sí. Tomar palabras propias o ajenas y comérselas y saborearlas casi con la boca abierta, como probándolas, sintiendo su sabor, su sal a punto o su dulzor de durazno maduro. Poemar, sentados junto a un cuaderno para consentir sus hojas escribiendo las palabras que destilan dulzura, música, amor, recuerdos gratos, recuerdos, añoranzas, saudades no canceladas. Sí, eso es poemar. Trenzar palabras que hilen ideas, que hagan levantar sombras de fantasmas que alguna vez vistieron formas y nos dieron la espalda.
Poemar. Volver a leer a Neruda, a Guillermo Valencia, a Teresa de Ahumada, a Fray Luis de León, a Quevedo, al Dante y caminar con él y Virgilio y Beatriz. Oh, los poetas más amados. Oh, por el camino de Amherst junto a su perro Carlo, desde el tabernáculo de alabastro y los lirios y abejas de Emily Dickinson. Otra vez será para acompañar por los mares a Homero y otra para oír a Títiro tocar la avena bajo la higuera, cuando “la tarde se llena de las sombras que cubren los montes hasta que se apaga la luz”… Ah, sus églogas y bucólicas…
Poemar. Ahh, confeccionar al azar una plana en el cuaderno de notas o la cuartilla de ámbar con palabras al azar que salgan de nuestros dedos. Darse el placer de homenajear seres e imágenes y llenar los ojos y nuestro imaginario con las palabras más dulces de nuestro diccionario diario… Puede ser el poemar más profundo de toda nuestra vida.
Poemar. Echarnos a volar con Meira Delmar, Silva, Pombo, Barba Jacob o la canción de Javier Solís, Club Verde. Hagamos la prueba, pues.
18-02-18                                          11:50 a.m.
Publicado originalmente en El Bulevar de los días. Proclama Norte del Cauca



jueves, 1 de marzo de 2018

ALEXANDER BUITRAGO BOLIVAR



UN POETA QUE CANTA A SU INFANCIA Y A LA SENCILLEZ DE LAS COSAS



“Los poetas son hombres
que han conservado
sus ojos de niño” (León Daudí)


El día 17 de febrero 2018, el Grupo Poético Esperanza y Arena tuvo la fortuna de recibir como invitado a uno de los escritores jóvenes más laureado en los últimos años: Alexander Buitrago Bolívar.

¿De quién se trata? Buitrago Bolívar es un miembro de la Comunidad de La Salle (Hermano) y actualmente coordina uno de los colegios en la ciudad de Zipaquirá en donde nació en 1977.

Ha obtenido varios triunfos a nivel nacional e internacional: Mención en el Concurso  de la Universidad de San Buenaventura, del concurso de la Universidad Externado de Colombia; segundo puesto en el Concurso Internacional de Poesía Eduardo Carranza 2014; Ganador del Premio de Poesía de la Universidad de la Sabana 2018. Es autor del libro Estación del Fuego.

Alexander, encuentra poesía en las cosas sencillas, en su comunicación con el mundo interior espiritual, busca sus versos en el pasado, en la infancia, en las cosas del hogar y de su tierra. Se nutre con la lectura de novelas y aún de los diarios de Colombia que lo hacen reflexionar sobre su relación con el mundo social de donde extrae los valores éticos, individuales  y comunitarios. Cuando no encuentra la poesía, es estela que llega a su encuentro y se interioriza, lo posee y lo presiona para comunicar el verso.
En medio de su timidez aprendió en los talleres con Piedad Bonnet a construir buenos versos y a ser riguroso con su trabajo literario.

El poeta Alexander Buitrago Bolívar compartió con Esperanza y Arena toda una tarde de trabajo. Conoció la forma como los miembros del grupo leen, analizan, evalúan y sugieren en torno a las creaciones de sus compañeros.
Admiró el ejercicio de Pulpemas que en ocasiones realiza el grupo como terapia colectiva en donde los versos resultantes no pertenecen a alguien en especial sino que se hacen creación colectiva.
Nos contó sus actividades como Hermano de la Salle, como escritor, como ciudadano del mundo, pero ante todo su experiencia como creativo de la palabra.

A continuación, unos poemas del autor:

ESTAS PALABRAS SON SUSPIROS

Estas palabras son suspiros
que olvidó el mar en tu boca.
Estas palabras aumentan su volumen de lluvia
si escribo ventiscas
y tacho relámpagos.
Estas palabras deben guiarte hacia mis ojos
y hacia las silencias calles
que mi voz habita
con solo llenar de pájaros sus sílabas,
con solo lamer estas metáforas…
Y si tu sonrisa es dulce
o si tu caricia es suave,
me basta para andar por el nocturno sueño.
ENTRE EL AMOR Y EL ODIO

Y si solo te rodeara de abrazos 
y de besos como una rosa de rocíos secretos 
o un rubí engastado en su anillo
Y si solo te desnudara de ventanas 
si desnuda abrieras los brazos a la luz
y tu cabello fuera nocturno 
y veloz
como los cometas olímpicos
y los satélites alrededor tuyo 
cuando besas
no te heriría sino con pétalos 
o plumas 
o magnolias
o violetas muertas 
o campanas rosando tus rodillas 
Yo hasta en la muerte 
                             besaría tu sombra
y tus pies fatigando los senderos
del mundo
huyendo de mi furia asesina
asesino implacable 
que te ama 
                  y que te odia.



Como uno que a pie
reconocía cada esquina de tu cuerpo 
iba por tus calles de sal 
a tu plaza sitiada por mis besos
a tus caderas ocupadas por mis dedos
huía sombra
o lluvia en tu espalda 
bebiendo tus calles de suspiros
esta noche desbordándose 
por los ventanales altos del poema
o ciudad 
o mujer de agua
mi tacto de espuma demorándose 
iba por los caminos de tus senos
o torres de avena bajo sobrevuelos de angustia
iba viento escrito diseminando magnolias
nenúfares de norte a sur empezando por tu boca
o a lo largo de tus piernas de luz
hasta demorarme en tus manos olímpicas
y caer dormido en tu regazo de rosa o de suspiro.