miércoles, 26 de febrero de 2020

EL CUENTO DE LAS VACACIONES

Aporte para el Blog de Esperanza y Arena
Nombre de la columna: ATALAYA
Fecha: 03 de febrero de 2020



El hechizo de muchos libros reside en el poder de cautivar al lector de principio a fin. Un género literario, que lo hace con frecuencia, es el cuento. Y es que cotidianamente vivimos rodeados por la magia de su presencia. Espontáneamente, el niño o la niña le dice a uno de sus  padres: -¡Cuéntame un cuento!... Y aunque parece un pleonasmo, es una expresión coloquial que reviste un gran compromiso el cual, en algunos casos, pone en aprietos a los padres o adultos, cuando no tienen a mano un libro de cuentos o cuando se carece del poder de imaginación y creatividad para salir de ese laberinto.


Los cuentos son los hilos con los que se tejen las relaciones y la vida de la sociedad. Nadie se escapa de los vericuetos que nos ofrecen los distintos ambientes en que hacemos presencia. Todos, en algún momento, hemos sido personajes centrales de un cuento. Escuchamos de los padres las historias que en torno a una anécdota o situación se vivieron y que con el tiempo se convierten en una buena historia.

Siempre existirá un personaje central, una intriga, una historia por contar, escribir, narrar y escuchar. En Las mil y una noches, la mejor recopilación de la edad media, sobreviven los cuentos tradicionales de Oriente. Se mezclan la imaginación, el suspenso, la fantasía y la sorpresa en cada relato. Asimismo, en la cotidianidad existen una y mil historias: la lluvia, el perro, la piedra, el eco, la sombra, la muerte, la alegría, el amor, la burla, el odio,… Sí, el lápiz y todo lo que nos rodea están ahí, presentes, a la espera de ser materia sobre la cual se construya una ficción.

Si tenemos la oportunidad de afinar los cinco sentidos, y muy especialmente el oído, podremos constatar que todo el tiempo van y vienen historias que, reales o no, no dejan de ser cuentos extraños, fantásticos y misteriosos, que se van relatando coloquialmente. Una mentira inventada y contada a un amigo o compañero que, del otro lado del teléfono, pacientemente la escucha y digiere como real. Una proeza enaltecida por quien la cuenta, donde se logra algo, se conquista, se obtiene o, simplemente, se es el héroe principal.

A su vez, puedes contemplar un gato aterido pasear por la acera. Su sombra como un gran felino que se estira, se agacha e inclina a devorar un ratón. O que huye de su propia sombra al girar en la esquina. Ahí ya hay una imagen o una pequeña historia que se puede construir desde la presencia de un indefenso felino o del temido animal salvaje que ronda por el camino.

Recordemos a dos maestros latinoamericanos y lo que piensan del cuento. Julio Cortázar, al respecto dice: «lo he visto siempre como una esfera, es una forma cerrada, y para mí un cuento solo es perfecto cuando se aproxima a esa forma perfecta en la cual no puede sobrar nada y en la que cada uno de los puntos exteriores tiene que estar a la misma distancia del centro». En un cuento hay todo el desarrollo de una historia en una breve narración. Por su parte, Gabriel García Márquez dice que al escribir se ha de buscar «hipnotizar al lector para que no piense sino en el cuento que le estas contando. Y eso requiere de una cantidad de clavos y tornillos, es la carpintería, la técnica de contar y de narrar una historia».

Un buen cuento nos permite sumergirnos en el océano de la literatura. En las aguas de la lectura que nos arrastra a profundos enigmas, a maravillosas playas, a encuentros fortuitos con seres majestuosos y fantásticos, a tropezar con olvidados tesoros, a recorrer enormes distancias de la mano de quien letra a letra va tejiendo el texto.

Siempre existirá un tema. Las vacaciones pueden ser el cuento para el reencuentro con los grandes maestros de este género: Poe, Chéjov, Tolstói, Dostoievski, Perrault, Hemingway, Fitzgerald, Kafka, Márquez, Cortázar, Bierce, Quiroga, Maupassant, London, Borges, Rulfo, Monterroso, Carver, Capote, Munro, Dahl, entre otros. Leer un cuento es viajar, descansar, recrearse, compartir, dar rienda suelta al espíritu, dejar volar la imaginación, liberarse del tiempo, renovarse y volver a nacer. Leer, escuchar, narrar o escribir puede ser tu propio cuento, el cuento de las vacaciones.

  
(Helmo´s Bosali)