Aporte para el Blog de Esperanza y Arena
Nombre de la columna: ATALAYA
Fecha: 03 de febrero de 2020
El
hechizo de muchos libros reside en el poder de cautivar al lector de principio
a fin. Un género literario, que lo hace con frecuencia, es el cuento. Y es que
cotidianamente vivimos rodeados por la magia de su presencia. Espontáneamente,
el niño o la niña le dice a uno de sus
padres: -¡Cuéntame un cuento!... Y aunque parece un pleonasmo, es una
expresión coloquial que reviste un gran compromiso el cual, en algunos casos,
pone en aprietos a los padres o adultos, cuando no tienen a mano un libro de
cuentos o cuando se carece del poder de imaginación y creatividad para salir de
ese laberinto.
Los
cuentos son los hilos con los que se tejen las relaciones y la vida de la
sociedad. Nadie se escapa de los vericuetos que nos ofrecen los distintos
ambientes en que hacemos presencia. Todos, en algún momento, hemos sido
personajes centrales de un cuento. Escuchamos de los padres las historias que
en torno a una anécdota o situación se vivieron y que con el tiempo se
convierten en una buena historia.
Siempre
existirá un personaje central, una intriga, una historia por contar, escribir,
narrar y escuchar. En Las mil y una
noches, la mejor recopilación de la edad media, sobreviven los cuentos
tradicionales de Oriente. Se mezclan la imaginación, el suspenso, la fantasía y
la sorpresa en cada relato. Asimismo, en la cotidianidad existen una y mil
historias: la lluvia, el perro, la piedra, el eco, la sombra, la muerte, la
alegría, el amor, la burla, el odio,… Sí, el lápiz y todo lo que nos rodea
están ahí, presentes, a la espera de ser materia sobre la cual se construya una
ficción.
Si
tenemos la oportunidad de afinar los cinco sentidos, y muy especialmente el
oído, podremos constatar que todo el tiempo van y vienen historias que, reales
o no, no dejan de ser cuentos extraños, fantásticos y misteriosos, que se van
relatando coloquialmente. Una mentira inventada y contada a un amigo o
compañero que, del otro lado del teléfono, pacientemente la escucha y digiere
como real. Una proeza enaltecida por quien la cuenta, donde se logra algo, se
conquista, se obtiene o, simplemente, se es el héroe principal.
A su vez,
puedes contemplar un gato aterido pasear por la acera. Su sombra como un gran
felino que se estira, se agacha e inclina a devorar un ratón. O que huye de su
propia sombra al girar en la esquina. Ahí ya hay una imagen o una pequeña
historia que se puede construir desde la presencia de un indefenso felino o del
temido animal salvaje que ronda por el camino.
Recordemos
a dos maestros latinoamericanos y lo que piensan del cuento. Julio Cortázar, al
respecto dice: «lo he visto siempre como
una esfera, es una forma cerrada, y para mí un cuento solo es perfecto cuando
se aproxima a esa forma perfecta en la cual no puede sobrar nada y en la que
cada uno de los puntos exteriores tiene que estar a la misma distancia del
centro». En un cuento hay todo el desarrollo de una historia en una breve
narración. Por su parte, Gabriel García Márquez dice que al escribir se ha de
buscar «hipnotizar al lector para que no
piense sino en el cuento que le estas contando. Y eso requiere de una cantidad
de clavos y tornillos, es la carpintería, la técnica de contar y de narrar una
historia».
Un buen
cuento nos permite sumergirnos en el océano de la literatura. En las aguas de
la lectura que nos arrastra a profundos enigmas, a maravillosas playas, a
encuentros fortuitos con seres majestuosos y fantásticos, a tropezar con
olvidados tesoros, a recorrer enormes distancias de la mano de quien letra a
letra va tejiendo el texto.
Siempre
existirá un tema. Las vacaciones pueden ser el cuento para el reencuentro con
los grandes maestros de este género: Poe,
Chéjov, Tolstói, Dostoievski, Perrault, Hemingway, Fitzgerald, Kafka, Márquez,
Cortázar, Bierce, Quiroga, Maupassant, London, Borges, Rulfo, Monterroso,
Carver, Capote, Munro, Dahl, entre otros. Leer un cuento es viajar,
descansar, recrearse, compartir, dar rienda suelta al espíritu, dejar volar la
imaginación, liberarse del tiempo, renovarse y volver a nacer. Leer, escuchar,
narrar o escribir puede ser tu propio cuento, el cuento de las vacaciones.
(Helmo´s Bosali)
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